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¿Por qué creemos en un Dios plural, pero no en tres Dioses? (página 2)




Enviado por Leroy E. Beskow



Partes: 1, 2

eimí; y significa “ser” “existencia”. Y el Señor nos invita: “Que sean uno, así
como nosotros [la
Trinidad] somos [emé, plural de
egó] uno” (Juan 17:22). Cristo solo es el “YO SOY”, una exis- tencia por sí misma (YHWH), es decir que es un Ser eterno. Pero Jesús nos quiere decir que
él y el Padre ya no es una sola existencia, sino la unión (el “uno” ‘ekjád del A.T.) de dos “se- res”.55    Por eso el Señor dijo “somos”, porque “no soy yo solo [monos]” (Juan 8:16). Más claro es imposible. Y como hay intérpretes que siguen insistiendo que las “personas” divinas
no son tres entes, porque
le dan un sentido
relativo
en un solo Ser viviente, Elena
G. de White
escribió:

“Hay tres personas vivientes en el trío celestial [en inglés dice: “There are three li-

ving persons of the heavenly trio”]; en el nombre de estos tres grandes poderes —el Padre, el

Hijo y el Espíritu Santo— son
bautizados los que reciben a Cristo”.56

“Al
hablar de su preexistencia, Cristo conduce
nuestra mente al remoto
pasado
de una
eternidad sin
fechas […] La suya, es una relación de seres que han estado juntos desde el principio”.57 Y, por si quedaran dudas, también escribió:

“Has nacido para Dios, y estás
bajo la aprobación y el poder de los tres Seres más santos del cielo,
que son capaces de sostenerte para que no caigas”. En el original dice: “You   are 
 born   unto  
God, 
 and 
 you   stand 
 under   the   sanction   and   the   power 
 of the three holiest Beings in heaven, who
are
able
to keep you from falling”.
58

La palabra “Ser” significa varias cosas. Pero su interpretación es mucho
más
sencilla cuando se la usa
en plural, como aparece en la
cita
inspirada. Y
aún más cuando
la Hna. Whi- te la emplea con el mismo significado que le da a los demás seres celestiales. Vimos que lo
mismo hizo
Moisés con
la expresión paneh
(persona física
con rostro) en Deuteronomio 5:4.

Por supuesto, cuando la sierva del Señor habla de “los tres Seres más santos del cie- lo”, no está queriendo rebajar la naturaleza divina a la par de los seres humanos que están allá con cuerpo, desde la ascensión de Cristo (Mat. 27:52); ni los iguala con los seres angeli- cales que tienen “hermosura física”.59 Es obvio que su propósito es confirmar el significado de
“seres” que le da la Biblia, y las 2592 veces más que aparece en sus escritos. Aparte de los
seres figurados de las visiones proféticas, para ella los “seres” son siempre vidas indepen- dientes que poseen “imagen” con “rostro”, “forma” y “cuerpo” con “hermosura física”. Y los
“seres” creados a imagen de Dios, además poseen capacidades mentales y morales con libre albedrío. La Biblia dice que los seres de la Deidad también tienen “rostro”, “cintura, “manos” y
“espalda”
como los que creó
a su imagen.

Así que para Moisés son tres “personas” como
nosotros somos personas ─y
no so- mos personas metafísicas o aparentes─;
y para la Hna.
White son “tres Seres”, como los án- geles y
los
humanos resucitados que están con ellos son seres. Si no respetamos estas ca-
racterísticas bíblicas de “ser”, caeremos prontamente en filosofías ontológicas
que nos aleja-
rán
de la verdad, y nos conducirán a toda clase de posiciones acerca de la Deidad. Entre ellas, donde los antitrinitarios podrán
buscar apoyo en una tercera “persona” no real, relativa o
aparente.

ISAÍAS 43:10: TEXTO CLAVE PARA LA DEIDAD DE TRES SERES QUE NO DERIVAN DE NADIE

La Biblia nos dice que además de ser Seres en plural, ninguno de ellos vino después
de los otros dos. En
Isaías 43:10 leemos: “Vosotros sois mis testigos, dice Jehová; y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue
formado dios, ni lo será después de
mí”. En la versión Biblia de Jerusalén se lee: “An- tes de
mí no fue formado otro dios, ni después de mí la habrá”.  Y en la versión Nueva Reina- Valera 2000, se
lee:
“Antes de mí no
existió
ningún Dios,
ni habrá otro después
de mí”.

¿Cuál es la versión más correcta? Es fácil saberlo, porque todos entendemos que
los
dioses en minúscula fueron hechos “después” de Dios mayúscula. Por lo tanto aquí
Cristo, el Salvador (43:11; 1 Cor. 10:4), nos dice que el Padre y
el Espíritu no existen antes ni después de él, porque los tres son eternos. Por eso es que cada uno de ellos se llama Yahweh

(eterno). Después veremos por
qué Jesús es “Hijo de
Dios”.

DIOS ES “UNO”, PERO NO
INSEPARABLE

Sin son tres, ¿por qué en Deuteronomio 6:4 dice que Dios es “uno”? La Revelación

nos dice: “Oye, Israel: Jehová muestro Dios, Jehová uno es”.
Aquí, “Dios” está en plural:

Elohim; y “uno” es (‘ekjád), no yakjíd, de yakjád).

Ekjád, es una unidad
que
viene de la raíz ‘akjád, y tiene dos acepciones que nos in- teresan con respecto al
tema. La primera es unidad de unificar, coleccionar, reunir una plurali- dad. Y la segunda, cortar, separar, elegir de una
pluralidad. Estos dos significados se desta- can en la Biblia al hablar de la Deidad. Dios es una unidad en unión de personas reales, o seres (Gén. 1:9; 2:24; 11:6; 34:16,22; 33:13; 41:5,22,25; 42:11,13; Esd. 2:64, etc.); que en ciertos casos es como una unidad numérica en elección o distinción de una persona de esa
pluralidad (Gén. 2:21; 3:22; 10:25; 11:6; 21:15; 26:10; 32:8; 41:11,26; Sal. 14:3; 53:3; Isa.

30:17, etc.). También por eso en varias ocasiones se confunde el único Dios con la Trinidad,
cuando en realidad se está hablando de una de las tres personas al relacionarse con el hom-

bre.

Yakjíd, significa único, solitario, sólo uno numéricamente (Gén. 22:2,16; Jue. 11:34; Prov. 4:3; Jer. 6:26, etc.). Y esta palabra nunca se relaciona con “Dios”, “Jehová” y
“Señor”
cuando se refiere a toda la Divinidad, porque
la
unidad de la Trinidad siempre es ‘ekjád. Yakjíd se corresponde con la palabra griega monos
 
Por eso veremos que los vocablos yakjíd
y mónos se
emplean para señalar a
una
de las tres personas divinas, pero nunca para
referir- se a la Trinidad. Y por eso
Jesús negó clara y expresamente esta posibilidad
en Juan 8:16.

La pluma inspirada explica la palabra ‘ekjád de
Deuteronomio 6:4 de
esta
manera: “El
Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo obran juntos […] Están unidos”.60    “El Soberano del uni- verso no
estaba solo
en su obra benéfica [Juan 8:16]. Tuvo
un compañero, un colaborador
que podía apreciar sus designios […] el Verbo era con Dios”. Lamento, pues,
que todavía
algunos insistan que la Trinidad no puede ser una reunión de personas
reales o individuos,
negando así abiertamente la inspiración.61

Pero la declaración más clara que he encontrado al respecto, está en Juan 17:21,
cuando dice: “que también ellos sean uno en nosotros”. Si decimos
que Dios son tres per- sonas en una sustancia como sinónimo de Ser, como insiste Roma, esta
declaración nos obli- garía a incluir como una unidad, la naturaleza del hombre en la naturaleza divina; y
a esto le llamamos “panteísmo”. Vemos, pues, que el Señor espera que seamos unidos entre nosotros y nosotros con Dios, así como ellos son uno en propósitos y
en carácter, “pero no en perso- na”.62

La Trinidad no es inseparable ni
indivisible:

La creencia en un solo Ser divino no admite que una persona de la Deidad se separe de otra, o que una de ellas
pueda romper la
“unidad” de Dios.63   Pero Cristo dijo: “Yo salí
[exé- rjomai: salir, apartarse, partir] de Dios. Salí del Padre y he venido al mundo” (Juan 16: 27,28). Y Jesús en el Calvario, “sintiendo quebrantada su unidad con el Padre, temía que su natu- raleza humana no pudiese soportar […] Frente a las consecuencias posibles del conflicto,

embargaba el alma de Cristo el temor de
quedar separado de Dios […] Quedaría identificado

con el reino de Satanás, y nunca más sería uno con Dios”.64 Él “estaba sufriendo el castigo del pecado. Esta separación de los poderes divinos nunca más volverá a ocurrir en todos
los siglos venideros”.65

El monoteísmo bíblico

En un himno se encuentran las palabras de esta creencia monoteísta tan conocida:
Dios es uno y único, y no
hay
otro junto a él.  Dios es
el único, el único que
ha creado todas las cosas. Dios es espíritu […] nadie ha divisado sus formas […] Es el Padre de todos
[…]”.66 Es un himno pagano en honor al dios Ra de los egipcios, que se cantaba en los tiem- pos de Moisés. Parece un
himno
judío o de la
iglesia de Roma, ¿verdad? Pero sigue diciendo: “Es el
Padre de todos los dioses”.67

Monos-theos:

En el N.T., cuando
se refiere
a la Trinidad, nunca se emplea monos
con Theos sino al Padre solo y al Hijo solo, pues monos corresponde con el hebreo yakjíd. La palabra griega que
se acerca a la hebrea ekjád es heis. Aunque
también
se la emplea
como la unidad solita- ria yakjíd. Sin embargo, cuando nombra a más de una persona divina, heis se lo repite para
cada nombre divino. Por ejemplo, en 1
Corintios
8:4-6, se lee: “Para nosotros, sin embargo, sólo
hay un (heis) Dios, el Padre […] y un (heis) Señor, Jesucristo”. Así que no hay “uno” que
es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, sino un Padre, un Hijo y un Espíritu. Pero en Juan

10:30; 17:11,21; Marcos 12:29 y Santiago 2:19, “Dios es uno (heis)” con el sentido plural de

ekjád que da el AT. Cuando leemos: “Uno somos” y “que también ellos sean uno en noso-

tros”,
heis llega a ser plural porque va acompañado
de una pluralidad
en unión.

Resumiendo, el
monoteísmo bíblico no es el del monoteísmo judío ni el del cristianis-
mo
popular. En lugar de decir que somos monoteístas, podemos decir: “Creo que Dios es
uno” (Sant. 2:19). También podemos decir: “Creo en un único Dios ‘Elohim” (del solo Dios plural de Deut. 6:4), y estamos
con la Biblia. Sin embargo, debemos tener cuidado de
negar el monoteísmo
a los de afuera, porque creo que
sería imprudente, ya que pronto nos
tratarían de blasfemos politeístas ─recuerde que Dios tuvo que aceptar al principio la poligamia, y otras
cosas tan malas, para evitar un mal peor─. Así que es mejor que esta verdad quede entre los
que
se alimentan con “vianda” y no
con
“leche” (1 Cor.3:2).

El origen
del monoteísmo anti-bíblico:

El Dios único sobre todos los ‘elohim, es anterior a la deidad egipcia que los judíos conocieron, pues tuvo su origen en el cielo con Lucifer. Elena G. de White se refiere a este
origen con estas palabras: “¿Por qué —se preguntaba el poderoso ángel— debe Cristo tener la supremacía? ¿Por qué se le honra más que a mí? […] La exaltación del Hijo de Dios co-

mo igual al Padre fue presentada como una injusticia cometida contra Lucifer”.68 Entonces,

“Lucifer señaló la longanimidad de Dios Padre como
una prueba de su propia superioridad

sobre
él”.69

Aquí
se nos dice claramente que Satanás no creía o no entendía la verdad de la Trini- dad bíblica, pues sólo aceptaba a un Dios como supremo. El Hijo no podía ser igual, y reco- nocía que
él mismo también
era inferior al Dios
supremo, aunque
con la atribución
de ser ado- rado como Dios (‘El) “Altísimo” (‘Elyon) (Isa. 14:14); es decir igual a Dios Hijo. ¿No es ésta la
trinidad
pagana con
un Dios
supremo, en lugar de tres iguales
y coeternos en “unidad”?

¿Qué dijo Cristo sobre esto? Su respuesta está en Juan 8:16 y 10:30: “No soy yo so-

lo“: “Yo y el Padre uno70 somos (esmén)”. Es decir, somos unidos. Pero la declaración más
clara que he encontrado al respecto, está en Juan 17:21, cuando dice: “que también ellos sean uno en nosotros”. Si decimos
que Dios son tres personas en una sustancia como sinó- nimo de Ser, como insiste Roma, esta declaración nos obligaría a incluir como una unidad, la naturaleza del hombre en
la
naturaleza divina; y, como ya destaqué, a esto le llamamos “pan-
teísmo”.

Esto significa que los que niegan que la Deidad está compuesta de una unión de tres Seres o
tres personas, con el mismo sentido corporal que
le
damos a los humanos
resucita-
dos
que están en el cielo y
a los ángeles, están
negando por prejuicio al autor de la Revela-
ción. Destaco
esto para que nos desliguemos de Roma y avancemos un
paso más en la
gra- cia
y el conocimiento del
Señor
(2 Ped. 3:18).

¿EL HIJO DE DIOS FUE
ENGENDRADO ANTES DE NACER EN
BELÉN?

En una declaración, la pluma inspirada escribió que Cristo
“era
igual a Dios, infinito y omnipotente […] Es el Hijo eterno y existente por sí mismo”71   Si el Señor Jesús es un “Hijo
eterno”, ya fue hijo antes de nacer en Belén. Y si es “Hijo eterno”, no puede ser verdadero
Dios. Satanás tendría razón en haberse molestado
porque el Padre para él el verdadero y

único Dios supremo, pidió para el Hijo la adoración que sólo le correspondería al Padre,
pues él lo habría
engendrado.

Pero, en este caso, ¿por qué la Hna. White dice en esa declaración que “era igual a

Dios […] y existente por sí mismo”? ¿Puede haber un hijo que sea existente por sí mismo?

Hay uno sólo, y es Jesús. Pero él aclaró diciendo: “Antes que Abraham fuese, yo soy” (Juan

8:58). Es decir, que sólo puede haber un hijo por la vida de sí
mismo, si antes de ser engen-
drado, existió por su propia
vida
anterior.

El sabio Salomón se refirió al Hijo eterno de Dios, cuando escribió el capítulo 8 de Pro-

verbios, personificándolo
como “la sabiduría”. Pablo
aclara que esa “sabiduría de Dios” es
“Cristo” (1 Cor. 1:24). Elena G. de White lo confirma al citar esta declaración, con estas pala- bras:
“Y el Hijo de Dios, hablando de sí mismo, declara: ‘Jehová me poseía en el principio de su camino, ya de antiguo, antes de sus obras”.72  Notemos ahora lo que revela Salomón:

Eternamente tuve el principado […] Antes de los abismos fui engendrada [kjul, kjíl]; antes

que fuesen las fuentes de
las
muchas aguas, antes que los montes fuesen formados, antes
de los collados, ya había sido
engendrada
” (Prob. 8:23-25).

Algunos argumentan que esta declaración de Salomón es sólo una alegoría de Cristo, y por eso la Hna. White no cita la parte que dice: “fui engendrada”. Pero esto no es verdad,
porque ella cita Proverbios 8:22-27, donde escribe esta expresión.73  Además, aunque Salo-
món
emplea muchos
simbolismos en su libro, vimos
que
esta declaración no es de él, sino
del mismo “Hijo de Dios”, cuando
cuenta lo que aconteció mientras
existía con Dios
antes
de la creación del mundo. Así que se trata de un hecho histórico, y
no de
una ilustración que está
dando
un ser humano.

Con esto, podríamos llegar a la conclusión de que Cristo es “Hijo eterno” porque
fue engendrado en algún
momento de la eternidad, antes de la creación de
la
Tierra. Pero, ¡cui- dado!: Jesús nos viene hablando desde
antes
del verso 24. ¿Y qué
cuenta el Señor antes
que fuera “engendrado”? Observe este detalle: “Eternamente tuve el principado”. La expresión
hebrea qadmah, significa primero en el tiempo, en un estado
anterior, es decir como el “Yo
Soy antes de”. Además nos dice que existía como el principal (rosh), que se lee 598 veces, mayormente como “cabeza”, “cumbre” y “jefe”.  Por lo tanto, aquí se habla
del engendramiento
del Jefe eterno; y, por supuesto, con
un sentido distinto al
que le da la mayoría de los intér- pretes. Esto es muy
importante. Por eso, cuando Elena G. de White cita a
Proverbios 8:22-30, une
la declaración con Miqueas 5:2, donde se habla de la “eternidad” del Hijo
de Dios.74

La expresión hebrea kjul (“engendrada”),
que Salomón emplea en el capítulo 8 de Pro- verbios, aparece 62
veces; y se la emplea en el
A.T. como atormentar,
retorcerse de dolor,
esperar, aguardar, engendrar, parir, temblar y temer (Prov. 8:24,25). Y yeléd, de Salmos 2:7,
se lee 89 veces: engendrar, concebir, nacer, formar, tener hijos y parir. Entonces
aquí ya te- nemos los primeros rayos de luz: Nos dice que Cristo existió como “Jefe” antes de
ser engen- drado, y por lo tanto tiene que ser “Hijo” en un sentido distinto al
que conocemos. Esto puede
explicar por qué en Proverbios el capítulo 8, Salomón no emplea yeléd (engendrar, parir) sino
kjul, que más bien tiene un sentido de espera del gran
“Jefe” eterno con cierto dolor, sabiendo
que
en un futuro tendría que ser engendrado y
morir por los tristes resultados del pecado en
este mundo. Por eso el Padre y el Hijo revelaron que cumplieron el plan de salvación por
amor. Esto explica por qué lo hicieron a pesar que no fue la voluntad original (Heb. 10:5; Mat.

26:42).

Ya vimos que para los hebreos, el “Hijo de Dios” fue siempre el “Hijo” que debía ser honrado
por orden
del Padre, el único Dios
verdadero (Sal. 2:7,12). Para ellos
era “el
Ángel
de Jehová”; también
el ‘Elohim de Jehová (Sal. 8:5), el principal
de “los hijos de
Dios” (Éxo. 3:2; Job 1:6), y para
otros
el ‘Elohim hijo del rey David (Mar. 12:35), es decir el
“Cristo”, el
“Mesías” y “Rey” de Israel (Luc. 22:69; Juan 1:49); pero nunca como Jehová mismo, porque el Padre dejaría de ser Dios único. Entonces, Cristo hizo una pregunta que sigue siendo una de las más
difíciles
para el judío, incluso
para
la mayoría
de los cristianos:

“Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra […] Pues si David le llama Señor,

¿cómo es su hijo?” (Mat. 22:
44,45).

Si aceptaban que Jesús era uno de los tantos descendientes del rey David, debían
responder por qué David le llamó “Señor” como ellos llamaban al “Padre”. Y si se refería al

“Hijo de Dios”, tampoco creían que podía ser “Señor”; y menos que al “Señor” se le llamara

“Hijo”, no importa si fuera de un ser celestial o terrenal. La respuesta de los fariseos fue
el silencio… que continúa hasta
nosotros hoy.

En el 2008 la Asociación Casa Editora Sudamericana (ACES) publicó un extenso estu-

dio sobre la Trinidad, que en los EE.UU. ya era conocido seis años antes, donde se confirma- ba  la divinidad de Cristo como “Hijo eterno”, y donde decía “que no presuponía un principio, una derivación del Padre”. Y dio esta explicación: “En su preexistencia eterna no fue un Hijo
en el mismo sentido de lo que fue después de haber nacido como humano”.75 Pero no explicó
cuál era ese sentido.

¿Por qué los hijos humanos derivan de sus padres, pero antes de nacer
en Belén Cris- to no derivó de nadie, a pesar de ser llamado
el “Hijo eterno”? Entonces, la gran pregunta de
Cristo
sigue sonando en nuestros oídos: “Pues si David
le llama Señor, ¿cómo es su hijo?”

Es claro que si Jesús hebreo YaHWéH  + Hàyes = YeHoshuá, el Jehová Salvación

es el Señor; y que “sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad
(Miq.

5:2), no pudo haber sido Hijo engendrado por la vida de otra persona divina, ya que YaHWêH
significa el que siempre ES (Éxo. 3:14). En 1 Juan 5:20 dice que Cristo es “el verdadero Dios” porque posee la “vida eterna” (dsoé aiónios). Este texto de Juan viene de Jeremías 10:10, que dice que es el “Dios verdadero” porque es “Jehová” (Dios eterno).76  Y el salmista pre- gunta: “Porque ¿quién es Dios sino sólo Jehová [el Eterno]? ¿Y qué roca hay fuera de nues- tro Dios?” (Sal. 18:31). “…y la roca era Cristo” (1 Cor. 10:4). Juan lo confirma en Apocalipsis

15:3, diciendo que es el “Señor Dios Todopoderoso”. Pablo dice que “en él habita corporal- mente la plenitud de la Deidad” (Col. 2:9). Por eso él es “nuestro gran Dios y Salvador” (Tito 2:13). Y
como Cristo es el Creador de “Adán, hijo de Dios” (Luc. 3:38), él es nuestro “Pa- dre eterno
(Isa. 9:6).

Por otro lado, si es “Hijo” puede ser adorado, pero, como dicen los judíos, no podría
ser considerado verdadero “Señor” o “Jehová” (el eterno). Entonces Elena G. de White inter- viene diciendo:

“En Cristo hay vida original, que no proviene ni deriva de otra”.77   “Jehová, el

eterno, el que existe por sí mismo, el no creado, el que es la Fuente; el Sustentador de todo, es el único que tiene derecho a la veneración y adoración supremas”.78   “Jehová es el
nombre dado a Cristo
”.79    Por lo tanto Isaías concluye: “Antes de mí
(YeHoshuá: Jehová Salvador) no fue formado Dios, ni lo será después de mí” (Isa. 43:10).
Ninguna de las tres
personas divinas fue formada, creada o engendrada antes o después del Salvador Jesucristo. En
algunas versiones se
lee aquí “dios” minúscula. Pero vimos que es un error, pues todos los
dioses fueron formados por el
hombre “después” de Dios.

Entonces, si ninguno
llegó
a la
existencia después
de los
otros dos, ¿qué debemos
en- tender por el Eterno que es
“engendrado”?
Hay
una clave que
nos
dejó la Revelación. Y no es una nueva luz, sino la que nos viene presentando los profetas bíblicos. La Hna.
White lo reve-
la de esta manera:

“El Verbo existía como un ser divino, como el Hijo eterno de Dios en unión y en uni- dad con el Padre. Desde la eternidad era el Mediador […] el Verbo estaba con Dios, era

Dios”.80 Ahora se iluminó el panorama: Cristo ya “existía”. Ya era “un ser”; ya “era Dios”. Pero

también ya “era el Mediador” eterno, y “el Hijo eterno”. Entonces debemos preguntarnos:

¿Cristo estuvo mediando desde la eternidad, antes que entrara el pecado?” No por hecho, sino por decisión eterna; por pacto
eterno
. Entonces, ¿Cristo fue engendrado en algún
mo- mento de la eternidad, o entonces fue cuando
tomó
la decisión de ser “Hijo” engendrado y
“Mediador”? Si la Biblia nos dice que la verdad está en la última parte de la pregunta,
termi- namos con uno de los más
grandes misterios del tema de la
Trinidad. Pero antes, examine-
mos las propuestas que todavía se dan entre nosotros.

Cristo es “hijo”
por su coronación:

Esta teoría sostiene que Cristo llegó a ser el “Hijo de Dios” después de su resurrec- ción, cuando
fue
entronizado y
recibió la corona al sentarse en el trono. Pero esta profecía de Salmos
2:7 se cumplió “por la resurrección de
entre
los muertos”, no cuarenta días
más tarde,
en la coronación de Cristo
que ellos anuncian (Hech. 13:33,34; Rom. 1:4). Además, el título
“Hijo del Altísimo” e “Hijo de Dios”, lo había recibido en forma condicional ya desde el naci- miento (Luc. 1:31-35).

Cuando se sentó en el trono, Cristo fue ungido, como lo fue en el bautismo (Hech.

10:38; Mat. 3:17), pero no permitió recibir “la corona de gloria y
el manto real”, porque
todavía
sus enemigos no habían sido puestos debajo de sus pies (Heb. 10: 12,13).81  La coronación
ocurrirá momentos antes que Jesús inicie su viaje a la Tierra al fin de las plagas,82 y en forma
definitiva al fin del milenio.83   Esto no significa
que porque ahora no tiene corona no es Rey, ni había dejado de serlo cuando nació en
Belén.

Cristo fue “hijo engendrado” dos veces:

Esta posición cree que Cristo es “Hijo eterno” por naturaleza no por pacto eterno, al ser engendrado literalmente del Padre en algún momento de la eternidad, antes de venir a nacer como Hijo del Hombre. Ésta era la posición sostenida por un grupo de ebionitas, los elkesaitas, durante los siglos I y II; y que todavía es la que sostiene una parte de la teología romana. Pero ya vimos que
la herejía
de la
doble generación tampoco tiene apoyo
de la
Reve-
lación.

Cristo es “hijo”
por ser igual a Dios:

Esta posición puede resolver el gran problema que tiene la teoría anterior, pues ahora el Hijo puede ser eterno como el Padre. Sin embargo, le da al “Hijo de Dios” un significado diferente al que le
da la Revelación.

La expresión “hijo” en la Biblia, siempre, ya sea en sentido literal
como en el simbólico,
tiene un significado
de dependencia, no de igualdad. Y
cuando “hijo” tiene
un sentido figurado, señala al fiel seguidor; al discípulo, al creyente “de los hombres”; y al que es discípulo o cre-
yente en las promesas de Dios
(Gén. 6:2).84   En el N.T. también
aparece con dos expresiones: huiós, “hijo” con
un sentido más genuino, y teknon, “hijo” con un
sentido más común.

Sabemos que por su desobediencia, Adán dejó de ser considerado hijo huiós de Dios

Padre; y fue gracias a la
fe en el Salvador que pudo “volver a ser hijo de Dios” en este senti- do.85   Así que, aunque siguió siendo hijo de Cristo por creación, volvió a ser “hijo” de la
familia

de Dios, por la fe. Y
nosotros “no somos hijos de Dios
a menos que
lo seamos enteramente”.86

Y es por medio de la “ofrenda” de Cristo, que “los hijos de los hombres se convierten en los

hijos de Dios”;87  Hijos del Padre el Juez por creer en
su nombre (Juan 1:12; Gál. 4:28,31;

5:1; Efe. 5:8; 1 Tes.
5:5).

De los 476 textos que hay en el N.T. donde “hijo” tiene este sentido de dependencia,
hay
uno que parece no ajustarse a esta
regla; y es necesario
que
lo consideremos. Está
en Juan 5:18, y dice así: “Por esto
los judíos aún más procuraban matarle porque […] decía que
Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios”. Como el
contexto
nos dice que Cristo
se estaba igualando al Padre por las obras (Juan 5:17,19, 26), tenemos que
determinar si decían
que se hacía “igual
a Dios” porque dijo que era “Hijo”, o porque su obra como “Hijo” era igual a la
del
Padre. Cristo mismo nos responde, diciendo: “¿Vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy?
Si
no hago las obras de
mi
Padre, no me creáis
(10:36,37). “Voy al Padre, porque el Padre mayor es que yo” (14:28). “Subo a mi Padre y a vuestro Padre,
a mi Dios y a vuestro Dios” (20:17). “¿No está escrito en la ley: Yo dije, dioses sois?” (10:34). “Yo dije: Vosotros
sois dioses (‘elohim), y todos vosotros hijos del Altísimo
(Sal. 82:6).

Entonces, Cristo llegó a ser Hijo en un sentido al nacer “de carne y sangre”, pero ante
el Padre el Juez, llegó a ser “Hijo” dependiente
y “menor” que
Él; y nuestro
“coheredero” como “hijos del
Altísimo”. Pero, como veremos, siempre que se mantuviera
fiel a Dios. Aunque
Je- sús se “anonadó” de esta manera, los profetas presentan al
Hijo como un título de eminencia
que
debe ser adorado
(Sal. 2:12), pero nunca igual a Dios el Padre porque se lo llama “Hijo” (Juan 8:41). Por eso, en su
carta a los Hebreos, Pablo argumenta que
a ninguno
de sus ánge- les, que son llamados
“hijos de Dios” por creación como Adán (Job 1:6;
2:1)88, se les dijo al- guna vez: “Yo seré a él Padre” (Heb. 1:5). ¿Por qué no? Porque para todos los demás, que son sus criaturas, ya era
su Padre. Debemos tener en cuenta que entre ellos estaba Lucifer; hecho “tan semejante a su Creador como le fue posible”,89  es decir más semejante a Cristo que “Adán, hijo de
Dios” ─que no fue engendrado, sino creado (Luc. 3:38; Gén.
1:27).

Pero, si Cristo sabía que el título bíblico “Hijo de Dios” era un título de eminencia que
debía ser adorado (Sal. 2:12),90 ¿por qué se igualó a todos los hijos de Dios que
fueron justifi- cados? En 1 Corintios 4:15-17, Pablo escribió: “En Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio. Por tanto, os ruego que me imitéis. Por esto mismo os he
enviado a Timoteo,
que es mi hijo amado y fiel en el Señor”. Aquí, el apóstol relaciona el engendramiento y el llegar a ser “hijo”, con la aceptación
del evangelio y la fidelidad al Señor. Cuando
Pablo estaba prisionero, le escribió
cierto día
a su amigo Filemón: “Te
ruego por mi hijo Onésimo, a quien engendré en mis prisiones” (File. 10). Sabemos que Onésimo no fue hijo de Pablo, ni fue en- gendrado en esa prisión. Simplemente allí tomó la decisión de ser fiel discípulo del apóstol. Y así también fue como Cristo tomó en la eternidad la decisión fue engendrado de venir a mostrar cómo se puede ser fiel a Dios
Hijo de Dios.

Por eso, no debemos sorprendernos que la pluma inspirada diga que Cristo “tomó las flaquezas de la naturaleza humana para ser probado y examinado […] En su encarnación,

ganó en un nuevo sentido el título de Hijo de Dios […] Si bien era el Hijo de un ser hu- mano, llegó
a ser
en un nuevo sentido el Hijo
de Dios
”.91

Sí. Cristo se “ganó
este título; y entonces “llegó a ser” el “Hijo de Dios”. El apóstol
Pablo dice que
este nombre “lo
heredó
”, cumpliendo la profecía de
Salmos 2:7: “Mi Hijo eres
tú,
yo te he engendrado hoy, y otra vez: yo seré a él Padre, y él me será a mí hijo” (Heb.

1:4,5).

Si este título significara “igual a Dios”, como asegura esta posición, Cristo
habría llega- do a ser igual a Dios
recién desde la encarnación, para ganarlo definitivamente
en la
resurrec- ción (Rom. 1:4). Esta posición tampoco sabe explicar qué significa “engendrado” (Sal. 2:7; Prov. 8:24,25); por qué uno es Hijo y el otro es “Padre”, y por qué el Espíritu Santo no es Hijo, siendo igual al Padre y al Hijo. Vemos
que
esta postura tampoco sabe explicar por qué Cristo
es “Hijo de
Dios”.

Cristo es
“Hijo” por
su fidelidad al padre:

Como ya lo mencionara, cuando el A.T. se refiere al Hijo de Dios, siempre nos presen-
ta
la relación Padre-Hijo en términos proféticos, no históricos: “Yo publicaré el decreto” (Sal.

2:7); “Yo
le seré a él padre, y él me
será a mí hijo” (1 Crón. 17:13; 2
Sam.
7:14); él “me clama-

rá” (Sal. 89:26); “le pondré por primogénito”
(89:27); “confirmaré su descendencia” (89:4); “ha- ré con vosotros pacto eterno” (Sal. 89:3,4,26-28; Isa. 55:3; Hech. 13:34), y por lo tanto, “con- firmaré su trono” (1 Crón. 17: 12,14; Sal. 89:4). Es decir que en los días del rey
David Cristo todavía no era
Hijo de Dios. Hasta
entonces el
Hijo era sólo un “pacto”.

Lucas dice que este “pacto eterno” se cumplió en la resurrección de Cristo (Hech.

13:33,34), citando Salmos 2:7 con 89:26,28,34 e Isaías 55:3, cuando David recibe la profecía de Natán (2
Sam.
7:13, 14; 1 Crón. 17:12-14;
Sal. 89:26,28,34). Esto explica
por qué podemos ser
coherederos con Cristo” (Rom.
8:17).

Así
que
Cristo es “Hijo” y “Mediador” desde la eternidad por “pacto eterno”, y no por engendramiento literal del Padre antes de la fundación del mundo. Lamentamos que este desconocimiento llegó a ser la causa
de varias guerras y tantas muertes entre los cristianos.

POR QUÉ
EL
“HIJO DEL HOMBRE” LLEGÓ A SER EL
“HIJO DE DIOS”

Antes de nacer, se profetizó de Jesús:
“Y
tú, niño, profeta
del
Altísimo serás llamado”
(Luc. 1:76); “y será llamado
Hijo del Altísimo […] será llamado Hijo de Dios” (1:32-35). Al
na- cer como “un ser humano, llegó a ser en un nuevo sentido el Hijo de Dios”. Pero como Jesús
sabía que
era un título
condicional, porque
dependía de su fidelidad al
Padre
(2 Sam. 7:14),
dijo:
“Y yo, si
fuere
levantado
de
la tierra
[…]” (Juan 12:32).

Sin embargo, la condicionalidad que señala 2 Samuel 7:14; la duda
que
Satanás quiso
ofrecer a Jesús en el desierto de la tentación (Mat. 4:3,6), y la condicionalidad que el mismo
Señor Jesús manifestó
antes de su muerte (Juan 12: 32), llegaría a ser “firme”, “estable eter- namente”, y confirmado “con poder” recién “por la resurrección de entre los muertos” (Rom.

1:4; Hech. 13: 33,34; Heb. 1:4, 5,8; 5:5). Por eso Elena G. de White escribió que Cristo vino

como “Hijo”, porque vino “para ser probado y examinado […] En su encarnación, ganó en
un nuevo sentido el título de Hijo
de Dios
”.92

“Hijo de Dios” por el bautismo:

Pero cierto día, el “Hijo
del
Hombre” fue llamado públicamente por su Padre: “Hijo de
Dios” (Mat. 3:17). No como “Hijo” de “carne y sangre”, pues ya lo era, sino de Dios Padre
(Juan 1: 12,13). Eso ocurrió cuando dio ejemplo para que todos los
que
quieran pertenecer al pueblo de Dios, lo hagan
mediante
el símbolo bautismal. De
esta
manera, por el ejemplo y por la sangre
del
Salvador, todos los “hijos de los hombres se convierten en los hijos de Dios”.93 Y por eso, la Hna.
White dice que “la voz que habló a Jesús, dice a todo creyente: Este es mi Hijo
amado
, en el cual tengo contentamiento”.94

“Hijo de Dios” por permanecer en las
obras de obediencia:

El Señor dijo a los teólogos de
su tiempo: “Vosotros decís: Tú blasfemas, porque
dije:
Hijo de Dios soy?
 Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis. Mas si las hago […] el Padre está en mí, y yo en el
Padre” (Juan 10:36-38). “Y Moisés a la verdad fue fiel en
toda la casa de Dios […] pero
Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza
(Heb. 3:5,6). Aquí Cristo es el “Hijo sobre” los
hijos de Dios, como ejemplo de retener con firmeza la fe hasta el fin; y nos invita a obrar con
amor “para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos
(Mat. 5: 44,45). Así que el “Hijo
sobre su casa” confirma a
todos los
pueblos que le siguen y le obedecen, que
“serán llamados hijos del Dios viviente
como él (Rom. 9:26).

“Hijo de Dios” desde la resurrección, por su victoria en
santidad:

Cuando
Cristo
exclamó “¡Consumado
es!”,
había terminado su obra como vencedor. Pero como Dios no es Dios de muertos (Mar. 12:27), el Padre reservó el “diploma” de
“Hijo de Dios sobre su casa” para el momento de la resurrección. Así fue como Cristo “fue declarado
Hijo (huiós)
de Dios con poder, según el espíritu de santidad, por la resurrección de en- tre los muertos” (Rom. 1:4; Hech. 13:33,34). El reino
de Satanás recibió el golpe mortal, y para
siempre se recordará
esa
fecha como
el “hoy” de Salmos 2:7.

Cuando nuestra vida concluya y seamos victoriosos, Dios nos entregará el diploma que
tanto esperamos. Será bajo las mismas condiciones que lo
recibió el Señor Jesús, porque
se trata del mismo título de eminencia: “Porque no pueden ya más morir, pues son iguales a
los
ángeles, y son hijos (huiós) de Dios, al ser hijos de la resurrección
(Luc. 20:36). Pero,
aunque recibiremos el título que recibió Cristo, siendo así “coherederos
con Cristo” (Rom.

8:17), no será exactamente el mismo, pues él es el “Hijo unigénito”; “el soberano de los reyes de
la tierra” y “el primogénito  protótocos)
de entre los muertos, para que en todo tenga la
preeminencia” (Apoc. 1:5; Col. 1:18), y “como
Hijo sobre su
casa” (Heb. 3:5,6). Esto sigue
siendo el asombro de toda la creación, pues el “Señor”, llegó a ser el
“Hijo” del Señor y el he- redero de su propio
reino universal. Esta es la respuesta a la pregunta que había hecho Cristo
a los estudiosos de sus días (Mat. 22:42-46)…y para
nosotros hoy.

La fusión de sus dos
naturalezas:

Cuando Cristo se encarnó, llegó a ser Emanuel, “con nosotros Dios” (Mat. 1:23); y
el mismo Emanuel vino a morir en la cruz, porque “ambas naturalezas fueron misteriosamente
fusionadas en
una sola persona: el Hombre Cristo Jesús”.95  Pero, si estaban fusionadas,

¿por qué no
murió la naturaleza divina? Y si la divina no podía morir, ¿por qué
murió la que
estaba fusionada a ella? La hermana White nos advierte: “La divinidad y la humanidad esta-
ban
combinadas en Cristo. La divinidad no se degradó hasta la humanidad”.96 Así que esa fusión no era de toda la persona divina con la humana, sino
que la naturaleza divina siguió
siendo plenamente divina; y la humana, plenamente humana. Entonces, ¿qué es lo que se fusionó
de las dos naturalezas?

Elena G. de
White escribió: “Bendijo al mundo viviendo en la carne humana la vida de Dios, demostrando así
que
tenía poder para unir la humanidad con la divinidad.97   Por eso “Jesús” dijo: “Antes que
Abraham fuese, YO SOY” (Juan 8:58): El que nació de María ya tenía
vida eterna. Queda claro, entonces, que la vida eterna de Dios, fue el medio de fusión de las dos naturalezas.

Pero ella
también
nos
dice: “En Cristo
se unieron […] La
naturaleza
de Dios […] y la na-
turaleza de Adán, el transgresor […] el Hijo de Dios y el Hijo del Hombre”.98 Cristo tomó “la
doliente naturaleza humana caída, degradada y contaminada
por
el pecado
”99

Esto significa que el “cuerpo” preparado en el cielo e introducido por el Espíritu en Ma-
ría, no era un feto o un cuerpo humano completo, por el cual María sólo prestó su vientre, co-
mo creen
algunos. Más
bien nos indica que
era
como
la célula reproductora masculina, que se unió al óvulo de María, llegando a ser Hijo de María, de David, de Abraham y descendiente
del
mismo Adán (Luc. 3:23-38). Es fácil de saberlo, porque en este caso Dios hubiera sido el
autor
de un ser degradado y contaminado por el pecado, donde la “la carne
y la sangre no pueden heredar el reino de Dios” (1
Cor.
15:50).

Pero él nació “de
mujer, nacido bajo la Ley”(Gál. 4:4), y por eso llegó a ser “pecado
por nosotros” (2 Cor.5:21). Él “tomó la naturaleza humana y llevó las debilidades y la degenera- ción del hombre. El que no conoció pecado, llegó a ser pecado por nosotros”100  ─note que Elena G. de
White está hablando de su condición antes de la crucifixión. Sin embargo, no hu- bo pecado en él (1 Juan
3:5), porque en la Biblia hay dos clases de pecado: el de inocencia, y el de culpa, que se
purifican con dos clases de expiaciones. Esto no tuvo en cuenta la Refor- ma, ni muchos teólogos de hoy.

Dios
es plural, pero no
son
tres dioses

A esta altura de la investigación, ya es indiscutible que la Divinidad bíblica no es la
ju- día ni la que sostiene la mayoría del cristianismo: Ella está constituida por tres verdaderas personas, “tres Seres” de una misma naturaleza divina, donde cada uno
de ellos es YO SOY, Jehová, Señor y Dios. Son tres
“eternos dignatarios celestiales”; “tres
distintos poderes” del
universo; “tres distintos agentes”, “tres personas vivientes”; “los tres Seres más santos”, por-

que son “personajes distintos”, con vida corporal
 eterna y “original que no proviene ni deriva

de otra”. Esto explica por qué, a pesar del concepto hebreo que tenían los escritores bíblicos,
la
Triunidad se presentó a sí
misma como Dios plural ‘Elohim, acompañada con verbos y pro- nombres en plural. ¿Por qué, entonces, en la Revelación, el Dios claramente plural ‘Elohim
nunca llega a ser Dioses?

La primera clave bíblica que explica por qué cada una de las tres personas de la Dei-

dad es “Dios”, y sin embargo la unión no llega a formar tres Dioses, está en el empleo de la

palabra hebrea
‘ekjád. Veamos
dos
ejemplos esclarecedores:

El primero ya lo destaqué: En Génesis 2:24 tenemos a un “hombre” y
a una “mujer”. Cada uno
es una persona; una
“carne”, un ser físico. Pero las
dos
personas o carnes (plural) llegan a ser una
“carne” singular, determinada
por
la expresión hebrea ‘ekjád. Esto
no ocurre porque dejan de
ser personas y
se transforman en las semi-personas o las personas aparen-
tes
de Justino Mártir y Agustín de Hipona. Por eso se pueden divorciar y ser otra vez dos, se-
paradas como antes. Entendemos, pues, que son dos seres en una “unidad”. Entonces, ¿por
qué
la Deidad bíblica dejaría de ser una unidad ‘ekjád, cuando la sierva del Señor asegura
que
son “tres seres” y “tres
personas vivientes”?

En Génesis 34:16,22 se
encuentran dos pueblos, uno de los cuales no puede pertene- cer a Israel, porque no
está circuncidado. Jacob propone
que si quiere pertenecer a su pue- blo, debe circuncidarse. Hamor y su Hijo aceptan. Entonces
los dos pueblos (plural) se unen y llegan a ser “un pueblo” (singular ‘ekjád). ¿Hay algún misterio en esto? No, por supuesto. Pues entonces, ¿dónde
está el misterio de que el Dios Padre, el Dios Hijo y
el Dios Espíritu
Santo se unan en propósitos y en características divinas ─pero no en persona─, y gracias a esta clase de unión, los tres
formen “un solo Dios”? Lamento que algunos adventistas sigan
negando esta posibilidad.

La segunda clave se encuentra cuando Cristo dijo: “Sed, pues, vosotros perfectos,

como vuestro Padre […] es perfecto” (Mat. 5:48). Él no quiso decir que el hombre debe llegar
a la perfección de Dios, pues esto es imposible (Job 11:7); sino perfectos
al nivel humano co- mo Dios lo es en el suyo.101 Entonces, debemos entender que la “unidad” que se puede lograr con la
perfección del
hombre (Efe.4:12, 13), nunca
será
la “unidad” de la Deidad.

Tres
gobernantes humanos unidos, son siempre tres
gobernantes, pues
debido a las imperfecciones, no hay dos personas que piensen exactamente igual. Los cuatro apóstoles que
escribieron los evangelios, los escribieron en plena unidad de
propósitos, pero, como re- sultado, dieron
cuatro
distintos testimonios, revelando su individualidad. Y esto no
ocurrió an-
tes del Pentecostés, sino cuando ya
poseían todo el poder unificador del
Espíritu Santo.

En la Divinidad también hay más de una persona. Pero el conocimiento, el sentimiento
y la capacidad que
poseen para expresar su personalidad, se presentan
en la perfección ab-
soluta, por lo tanto su unidad llega a ser una sola ─Me refiero a la unidad en perfección, no en la
existencia─. Esta “unidad” divina es todavía más
profunda, pues
las tres personas
po- seen absolutamente el mismo modelo de “carácter”.102  Jesús lo explicó así: “El que me ha visto
a mí, ha visto al Padre” (Juan 14:9). Frente a un mismo
hecho, las tres
personas reac- cionan exactamente
de la misma manera, porque
son tres seres en un
solo carácter
.

Y dando un paso más dentro de lo poco que se nos ha revelado y que podemos en- tender, las tres personas son una “unidad” por poseer la capacidad divina de leer el pensa- miento de toda criatura, incluyendo los pensamientos más profundos de la mente de cada

miembro de la Deidad (1 Cor. 2:10,11). Con esto, entendemos que lo que piensa y siente una

persona divina, lo piensan y lo sienten las otras dos, como si se tratara de
una
misma y única
mente.
Esto, a pesar
que
Elena
G.
de White destaca que son “personajes distintos”.

Esto significa que, cuando Jesús ascendió físicamente al cielo y se sentó en “la sala del
trono”,
“al lado” del Padre ─es decir, no en el mismo lugar porque es otro Ser corporal─, cumplió su declaración: “Voy al Padre, y
no me veréis más” (Juan 16:10). Pero también cum- ple la declaración: “Y he aquí
yo estoy con vosotros todos los días, hasta el
fin del mundo”
(Mat. 28:20). No se trata de una incoherencia, sino de una revelación: Aunque “estorbado por la humanidad, Cristo no
podía estar en todo lugar personalmente […] Por el Espíritu, el Sal- vador sería accesible a todos”.103 “Por lo tanto, Jesús
tenía que irse y regresar por
medio
del Espíritu a fin
de estar presente por siempre
”.104

Al conocer Cristo lo profundo de la mente del Espíritu Santo, todo lo que él ve, oye,
habla, siente, planea y decide aquí en la tierra, lo piensa y siente Cristo desde el trono. Es como si él mismo estuviera aquí. Sin embargo no lo está personalmente,
porque es otra per- sona, “otro” Ser consolador que permanece en
el trono. Entendiéndolo así, cuando decimos
que “Dios es amor”, podemos estar refiriéndonos indistintamente a una
de las tres
personas
divinas (‘El), o
a la Trinidad
(‘Elohim).

Con esto no negamos que sean tres distintos seres; tres personajes verdaderos. Lo
que
sí negamos, es que la “unidad” de la Deidad sea comparable a la unidad  humana. Por eso, en la
Biblia: Dios + Dios +
Dios = Dios. En cambio
dios + dios + dios = dioses. De
esta manera nos liberamos del gran “misterio de
la Deidad” que presenta la Iglesia de Roma.

*

Notas;

Todo el énfasis en negrita es y será mío.

1 Elena G. de White, Review and Herald, 29 de noviembre
de 1877. En adelante será RH.

2 Luiz Nunes, “Desemvolvimento do pensamento
cristológico na IASD”, Revista teologica,  (Brasil: SALT- IAENE, 1997, N°1),
pp. 26-29.

3 Departamento de Educación de la Asociación General,
Principios de Vida ( PDV), (Bs. As.: ACES, 1965), p.35.

4 George W. Reid, et. al.,  Tratado de teología
Adventista del Séptimo Día (TTASD), vol. 9, (Bs. As.: ACES,2009), p. 139.

5 Gerhard Pfandl, “The Trinity in Scripture”,  Journal
of the Adventist Theological Society, Nº 71, vol. 14, (Ber- rien Springs, MI
49103, USA.: otoño 2003, Nº 2), pp. 80-94.

6 Elena G. de White, El Ministerio Adventista, (Bs.
As.: ACES, mayo-junio 1981), pp. 54,55.

7 ––––, The Youth’s Instructor (YI), 13 de octubre de
1898.

8 ––––, Manuscritos (Ms), 176, 1899.

9 ────, Dios nos Cuida (DNC),
(Bs. As., ACES, 1991), p. 357.

10 Ms, 66, 1899, en Departamento de Educación de la
Asociación General, Principios de Vida (PDV), (Bs. As.: ACES, 1965), p. 37.

11 Niceto Perujo, Juan Pérez, Diccionario de Ciencias
Eclesiásticas (DCE), tomo 9, (Barcelona: Librería de

Subiría Hnos., 1890), p. 405.

12 DCE, 10:244.

13 Bergier, “Personas”, Diccionario de Teología (DT),
tomo 3, (Paris: Lib. Garmier Hnos., 1887), pp. 923,924.

14 Catecismo de la Iglesia Católica (CIC), (Colombia:
Lib. Juan Pablo II, 1992), p. 54.

15 Ibíd., p. 67.

16 TTASD, pp. 139,141-143,153.

17  White, Ms, 4 de setiembre de 1900.

18   ────, El Ministerio de
Curación (MC),(Bs. As.: ACES, 1959), p. 329.

19   Alberto Treiyer,Un ataque a la doctrina adventista
de la trinidad, pp. 10,11.

20   PE, 145; CS, 705.

21 CIC, p. 110.

22 Pedro Martín Hernández, Catecismo Romano (CR), 
(Madrid: Edit. Católica S.A., 1956), p. 55.

23   Reinhold Seeberg, Manual de Historia de las
Doctrinas (MHD), vol. 1, (Texas, U.S.A.: Casa Bautista de

Publicaciones, 1963), p. 156.

24   Ibíd., 1:177.

25  Williston Walker, Historia de la Iglesia Cristiana
(HIC), (Bs. As.: Edit. “La Aurora”, 1957), p. 76.

26   Elena G. de White, El Ministerio Adventista, (Bs.
As.: ACES, mayo-junio 1981), pp. 54,55.

27   DNC, p. 357.

28   ────, El evangelismo (Ev),
(Bs. As.: ACES, 1975), p. 447

29   RH, 1º de Agosto,1907. Notes of Travel – N. 2 Mrs.
E. G. White Loma Linda, Cal. Sabbath
Sermon.

30 Ev., p. 447.

31 “Cristo y el Padre, estando lado a lado sobre el
monte, con majestad solemne proclamaron los Diez man- damientos”,  (Ev. p.
447).

32 Ricardo Cerni, Antiguo testamento interlineal
hebreo-español (según Códice de Leningrado), (Barcelona: Edit. CLIE, 1990), p.
744.

33 White, Ev. p. 446.

34 ────, Manuscrito 57, 1900.

35 ────, Primeros escritos,(M.
View, California: Publ. Inter., 1962), p. 54.

36 MC, p. 329.

37 ────, Patriarcas y profetas
(PP), (M. View, California, Publ. Inter., 1955), p. 66.

38 ––––, Consejos para la Iglesia (CPI), (Bs. As.:
ACES, 1991),  pp. 133,134.

39 MC, pp. 322,323.

40 COH, p. 222.

41 White, Ms, 66, 1899, en PDV, p. 37.

42 ────, El conflict de los
siglos (CS), (M. View, California: Publ. Inter., 1955), pp. 702,703.

43 Ev, p. 446.

44 RH, 29 de noviembre de 1899.

45   PE, p. 71.

46   ────, Exaltad a Jesús
(EJ), (Bs. As.: ACES, 1988),  p. 69.

47   Fraancis Nichol, ed., Comentario bíblico
Adventista del 7º Día (CBA), vol. 7, (M. View, California: Publ. In- ter.,
1990), 7:962.

48  White, CS, 704.

49   Ibíd., pp. 705,706.

50   ────, Historia de la
redención (HR), (Bs. As.: ACES, 1980), p. 441.

51   Ibíd., pp. 441,442.

52 ────, Cada día con Dios
(CDCD),(Bs. As.: ACES, 1979),  p. 126.

53 ────, Testimonios para los
ministros (TM), (Bs. As.: ACES, 1961),  p. 134. Los arrianos adventista pue-

den argumentar que la Hna. White se refiere a la imagen
del Hijo de Dios y no del “Consolador”. Pero en este caso tendríamos dos
problemas. El primero, un error de redacción, por no aclarar que no se refiere
a la persona divina más cercana, sino a la que se refería al principio de la
página. Y en segundo lugar, nunca, ni entre los arrianos, hubo ceguera para
comprender que el Hijo de Dios tenga la imagen del Padre, porque sería algo
natural.

54 DCE, 10:244. Los filósofos griegos no se ocuparon
del significado de “persona” y “Ser” de la Deidad. Pero los cristianos griegos
fueron lo que incluyeron la filosofía griega de existencias divinas incorpóreas,
porque para ellos, todo lo material era pecado.

55 Aunque durante las décadas de los 60 y los 70, en
nuestra iglesia se entendía que la Trinidad consta de

“Seres” en plural, a mediados de los años 70 un
profesor emérito de la Universidad Andrews, que por sus estudios se había deja
seducir por la influencia teológica de su tiempo, negó que la divinidad
estuviera formada por más de

un Ser. Gracias a Dios hoy ya hay varios eruditos
adventistas que aceptan la pluralidad de Seres en la Deidad,

porque no tienen el prejuicio de que esto significa
creer en un Triteísmo, confundiendo “seres” con “dioses”. Quien escribe se
considera un “ser”, pero nunca se le ocurrió creer que por lo tanto es un dios.
Estoy seguro que Ud. tampoco.

56 White, Ev, p. 446.

57 ────, La Verdad Acerca de
los Ángeles (VAA), (Bs. As.: ACES, 1997), p. 26.

58 ────, Manuscript Releases,
7: 267.2.

59 CDCD, p. 126.

60 Ms, 4 de setiembre de 1900.

61 PP, pp. 11,12.

62 MC, p. 329.

63 R. Alarcón, El Ministerio Adventista, (Bs. As.:
ACES, diciembre 1975, p. 4.

64 E. de White, El deseado de todas las gentes (DTG),
(M. View, California: Publ. Inter., 1966), pp. 637,638.

65 CBA, 7:935,936.

66 Werner Vyhmeister, La Arqueología Frente a la
Biblia,  (Entre Ríos: CAP, 1964), p. 8.

67 Idem.

68 White, PP, p. 16.

69 Ibíd., p. 19.

70   En 2004 surgió una posición adventista en Brasil,
asegurando que Juan 10:30 prueba que la Deidad es

una unidad numérica, pues dice: “Uno somos”. Pero no
explica por qué Cristo no dijo: “Uno soy”, o “soy el mismo”;

ni porque dijo: “No soy yo solo”. Es evidente que, como
vimos,  desconoce el sentido que la Biblia da a este tér- mino con relación a
la Deidad.

71 Ev, p. 446.

72 PP, p. 12.

73 MS, 1:290,291.

74 Signs of the Times (ST), 29 de agosto, 1900.  Los que niegan la divinidad de Cristo, dicen
que en Miqueas

5:2 no se habla de la eternidad de Cristo, sino de la
antiguedad, porque olam se refiere también a lo antiguo, tiem- po indefinido y
fiera de nuestro entendimiento. Pero entonces el Padre también sería antiguo y
no eterno (1 Crón.

16:36; Neh. 9:5; Sal. 103:17).

75 Woodrow Whidden, Jerry Moon, Johnn W. Reeeve, La
Trinidad, (Bs. As.: ACES, 2008), p. 220, 221.

76 En 1 Juan 5:20 se discute si se debe interpretar: “Y
estamos en [o con: ‘en] el verdadero”, como ocurre en otros textos (Luc. 14:31;
Jud. 14). Y si  “este [hutós] es el verdadero Dios”, se refiere al sustantivo
más próximo o

no (Ver 1 Juan 2:22). Por lo tanto, esta declaración
debe estar apoyada con otras de la Biblia.

77 White, DTG, p. 489.

78 PP, p. 313.

79 ST, 3 de mayo de 1899.

80 Ev. pp. 446,447.

81 DTG, p. 773.  Y la corona de honra de Heb. 2:9, es
la simbólica que viene hablando de la que recibió el hombre en el Edén (2:/),
según Sal. 8:5,6.

82 PE, pp. 280,281; MSV, p. 285.

83 CS, pp. 723,724.

84 PP, p. 68.

85 ────, Profetas y Reyes, (M.
V., Calif.: Pub. Inter. 1957), p. 502.

86 ────, El Camino de Cristo,
(Bs. As.: ACES, 1987), p. 44.

87 CBA, 5:1083.

88 Algunos creen que los ángeles no son “hijos de Dios”
porque son “hijos” los engendrados, no los creados. Pero para Dios son “hijos”
los creados, como Adán, y los engendrados: DTG, pp. 688,689; DNC, 30 de abril.
Por

eso también son nuestros hermanos los hijos de Dios de
los demás planetas habitados (Efe. 3:14,15; Job 2:1; 38:7;

PE, 217).

89 CBA, 4: 1184

90 En los Testimonios, “Hijo de Dios” generalmente es
un título divino como “el Santo de Israel” y “el Cordero de Dios”. Pero eso no
significa que para Elena G. de White “Cordero”, “Santo” e “Hijo” significan
igualdad con Dios, sino que se refiere a las características que posee el Hijo.

91 MS, 1:265,266.

92 MS, 1:265,266.

93 CBA, 5:1083.

94 DTG, pp. 87,88.

95   ────, Alza tus ojos (ATO),
(Bs. As.: ACES, 1982), 3 de setiembre.

96   MS, 1:478 [409].

97   RH,  25-6-1895.

98   CBA, 7: 938.

99   YI, 20-XII-1900, en LPES, enero-marzo 1983, p. 66.

100 MS, 1: 314).

101 MS, 1:395.

102 MC, p. 329.

103 DTG, pp. 622,623.

104 ––––, citada en Lecciones para la Escuela Sabática,
(Bs. As.: ACES, 1985), oct.-dic., p. 126.

 

 

 

Autor:

Leroy E. Beskow.

Partes: 1, 2
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